viernes, 19 de octubre de 2007

¡Feliz día!, compañeras mamás

Un mate calentito, el sabroso aroma de alguna comida, un cariñoso despertar o saludo de buenas noches, los retos por el desorden o falta de atención, son sinónimos de mamá pero la labor de mamá, en los tiempos que corren, se incrementó.
Con mamá se comparten ausencias por largas horas de trabajo; se comparten reuniones de compañeros de trabajo mientras se hacen las tareas, se dibuja para pasar el tiempo o simplemente se conversa; se hacen las compras; se “hace tiempo” hasta la hora de ir a la escuela o esperando la salida del trabajo; se comparten marchas, manifestaciones, y muchas cosas mas.
El papel de la mujer, de la mamá, ya no es el mismo. Codo a codo, junto al hombre, con los pantalones bien puestos, transmite energía y trabaja arduamente para forjar un futuro mejor, ejemplo para nuestros hijos y los que nos sucederán. ¡NO AFLOJEN!

ANTES DE SER MAMÁ…
- Yo comía mi comida caliente. Mi ropa lucía planchada y limpia todo el día. Podía sostener largas y tranquilas conversaciones telefónicas.


- Me dormía tarde, tan tarde como quería y jamás me preocupaban las desveladas. Cepillaba y cuidaba mi pelo, lucía uñas largas y hermosas. Mi casa estaba limpia y en orden, no tenía que brincar juguetes olvidados por todos lados.


- No me apuraba si alguna de mis plantas era venenosa, ni pensaba en lo peligroso de las escaleras o las esquinas de mis muebles. No dejaba mi tiempo en consultas mensuales con el doctor, ni consideraba siquiera la palabra vacuna.


- No tenía que limpiar comida del piso, ni lavar las huellas de pequeños deditos marcadas en los vidrios. Tenía control absoluto de mi mente, mis pensamientos, mi cuerpo y mi aspecto físico. Dormía toda la noche y los fines de semana eran totalmente relajados.


- No me entristecían los gritos de los niños en la consulta médica. Nunca sentí un nudo en la garganta al mirar a través de unos ojos llorosos y una carita sucia. No conocía la felicidad total con solo recibir una mirada. No pasaba horas mirando la inocencia dormir en una cuna. Nunca sostuve a un bebé dormido, tan sólo porque no quería alejarlo de mí.


- Nunca sentí que mi corazón se rompía en un millón de pedazos al no poder calmar el dolor de un niño. Nunca supe que algo tan pequeño podía afectar tanto mi mundo. Nunca supe que podía amar a alguien de ese modo, nunca supe que amaría como una madre.


- No conocía el sentimiento que provoca tener mi corazón fuera de mi cuerpo. No sabía que tan especial me sentiría al alimentar a un bebé hambriento. No sabía de esa cercanía tan inmensa entre una madre y su hijo. No sabía que algo tan chico podría hacerme sentir tan importante.


- No imaginaba tanta calidez, tanta dulzura, tanto amor. No imaginaba lo grande y lo maravilloso que sería. No imaginaba la satisfacción de ser madre, no sabía que yo era capaz de sentir tanto.


- PERO HOY… hoy no imagino mi vida sin esa pequeña sonrisa pícara y traviesa, sin esa huella de chocolate en la pared, sin ese olor a pureza, sin escuchar de unos pequeños labios esa palabra corta y larga a la vez… MAMÁ. (El Tata – Octubre/2003)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola compañeros ... esta muy bueno el blog porque de esta manera nos informamos más asiduamente.